Anteriormente, he compartido contigo que el origen de acompañar a otras mujeres en sus procesos de sanación uterina, ocurrió de manera inesperada, justo en los años que iniciaba como estudiante de Medicina Tradicional China en la escuela Neijing de la ciudad de Cali.

Llegué ahí sin buscarlo, simplemente queriendo encontrar respuestas a todo aquello que me generaba una terrible aflicción, a causa de una endometriosis crónica.

En esta entrada te cuento mi proceso de sanación.
Medicina China

No estaba sola en la búsqueda de sanación

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Durante los 3 años de formación conocí mujeres con las que compartía afinidades en cuanto a los dolores internos que experimentábamos. Gracias a ello me di cuenta que no estaba sola en mi proceso de búsqueda de sanación.

Yo venía de una historia personal donde por muchos años estuve muy alejada de compartir con otras mujeres, creyendo que ellas eran lo peor y más aún creerlas enemigas o para nada confidentes.

La vida misma se fue encargando de enseñarme lo contrario. Cada compartir y cada encuentro fue una poderosa medicina para reconstruir la mujer desmembrada que fui por un sistema de creencias limitante, donde el amor a una misma no era algo posible.

En ese tiempo empecé a experimentar un despertar, una conciencia sobre cómo sanar al lado de otras mujeres.

¿Porqué sanamos en los círculos de mujeres?

Sanamos en círculo porque no hay principio ni final, no hay jerarquía. Solo existe la ronda sagrada donde cada mujer tiene su lugar y su voz. En un círculo, todas valemos lo mismo, todas somos necesarias.

Sanamos porque nos vemos reflejadas en las otras y al mirar a una hermana en su verdad, en su dolor o en su poder, algo dentro de nosotras también despierta o se alivia.

A veces sanamos al hablar. A veces sanamos en silencio, solo con la presencia de otra mujer que ya caminó por donde hoy estamos transitando.

Sanamos porque nuestra energía lunar —cíclica, intuitiva, receptiva— encuentra un espacio donde ser honrada y no reprimida. En el mundo externo muchas veces se nos exige ser lineales, productivas, constantes. Pero en el círculo nuestras fases son medicina. Nos celebramos sangrando, ovulando, descansando o en plena creación.

Sanamos porque el círculo es una matriz colectiva. Es un útero simbólico que nos contiene mientras soltamos lo viejo, lloramos lo que pesa, y sembramos lo nuevo.

Allí nuestras memorias ancestrales despiertan y recordamos que
las mujeres siempre hemos sanado juntas, al calor del fuego, al ritmo del tambor, con cantos, rezos y lágrimas compartidas.

Sanamos porque cuando una mujer se siente escuchada sin juicio, cuando puede nombrar su verdad y ser abrazada en su sombra y en su luz, algo muy profundo se reordena. El alma respira, el cuerpo se relaja, el corazón se abre.

Y sanamos, finalmente, porque nos reconocemos como tribu, como manada. Y en esa pertenencia, que no exige, que no condiciona, encontramos la fuerza para caminar más ligeras, más auténticas y más libres.

Si sientes el llamado en tu útero, en tu pecho, en tu alma… es porque este círculo es para ti.

Aquí no hay jerarquías, solo hermanas. Aquí no se juzga, se abraza. Aquí no se impone, se comparte.

  • Ven a traer tu medicina.
  • Ven a recibir la medicina de la tribu.
  • Ven a encender juntas el fuego de lo femenino ancestral.
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Porque cuando una mujer sana, todas sanamos. Y cuando muchas mujeres se reúnen en círculo… el mundo cambia.

Bienvenida a nuestro círculo sagrado de mujeres.

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